En las diásporas dejamos nuestras familias y animales, apenas con la piel a cuestas cargamos un maletín y los recuerdos nos mantienen; veía en series televisivas, de vacaciones decembrinas, el deambular de grupos humanos con algunos animales, alimentos, golpeados por los cambios climatológicos o ataques de ótros, que los extinguían y algunos se establecían a orillas de los ríos, cerros y casi siempre, había un perro o un gatico.
De nómadas a sedentarios y en pandemia estamos dando vueltas en el mismo punto de la intolerancia, de la violencia ¿y saben que? nos medio salva, los animales domésticos que no nos hablan y honran con sus lenguas acuosas, carrasposas y aruñan de caricias felinas y ladran y maúllan con ligeras variacones tonales…
La sobrevivencia en cualquier punto del planeta siempre es dolorosa y los bigotes peludos nos adoptan y encanta que me elijan y den más autoconfianza, seguridad para compartir un nuevo día. Los migrantes nos reconocemos y prestamos ayudacon nuevas formas de vida que fortalecen la conciencia reflexiva e intuitiva, resiliencia, pues no es fácil vivir sin compañía, al encuentro afectivo y solidario . Conocí al gato Shaky, de casi cuatro años, robusto, de cuello grueso, rayado ‘’romano’’, cabezón, ojos verdes y cariñoso ‘’tembloroso’’, terremotico, travieso, de bebé, ‘’un ovillo peludo’’ (cuenta la bella Rebeca y el gentil Cheo) que pasó a ser un sanador, cual chamán del vecindario y desde que nos conocimos la empatía y adopción fue inmediata, es tan dócil e impregna tranquilidad . Era un gato adulto compartido, selectivo, protector e independiente, que protegía ‘’limpiando’’ la casa de las energías invisibles o desconocidas.
Su ronroneo sanador, de energías vibrátiles en ondas, de temblores me ayudaron a procesar el duelo (reducen el estrés al neutralizar o reducir el incremento de la hormona corticol e incrementan las ondas cerebrales Tetha que nos ayudan en casos de problemas del corazón o hipertensión). Según estudios neurofisiológicos, el ronroneo se produce a una frecuencia determinada, que nos ayuda a relajarnos , sus ondas ’’teremoticos’’ , actúan de vasodilatadores y reducen los accidentes cardiovasculares, esa vibración sonora del ronroneo estimula la curación de tejidos, especialmente en tendones y músculos (como recuerdo a la gata anciana Mitzsha en la cura de mi insomnio y también los ejercicios de equinoterapia con los niños especiales o personas estresadas).
En las culturas Egipcia, China, Japonesa, Americana, Budista, Africana, los gatos se consideraban sagrados, de aura espiritual, de fertilidad, independencia, fortuna, pureza, pues, simbolizaban la positividad, los buenos augurios y ese cuento del ‘’gato negro’’ con las brujas es la pura demonización del poder de las iglesias (cristianismo).
Nuestros antepasados veneraban al gato por su campo energético ( perciben en las noches mundos invisibles, como a los jaguares poderosos, y a los gatos protectores de fuerzas desconocidas; su aura o fuerza vibratoria es sanadora, porque absorven ondas negativas y al ronronear a una persona, que elige, es porque están en la misma frecuencia, de un buen campo de energía. Shaky murió al quedar bajo el cobijo de otras personas que le cuidaban, ese ‘’hijo’’ no podía cruzar Río Bravo ¿por qué ya no se respira paz y equilibrio en el vecibdario? Todo es sagrado e inexlplicable y la ciencia nos comprueba con más estudios que los mininos o mininas fortalecen el sistema inmunológico, porque evitan infecciones respiratorias, alergias y ayudan a concebir un sueño relajado. Escritora Ana Anka