Muro y Manglares

798

Por: María Hernández

La población dominicana acogió como buena la idea de que se construyera un muro para reafirmar la división de la frontera entre nuestro país y el territorio de Haití, pero nunca se imaginó que hacer ese muro le iba a salir caro al país y que tendríamos que ceder parte de nuestras arborizadas tierras a los ciudadanos de esa nación.

Todos han quedado con la boca abierta ante la denuncia de partidos de oposición como el Partido de la Liberación Dominicana que, a través de su Secretaría de Medio Ambiente, se trasladó con un equipo de técnicos al lugar de los manglares en Montecristi en donde muestran la gran cantidad de tierra dominicana fértil y protegida por frondosos manglares, nunca vistos en Haití, que ahora quedan a expensas de ese lado de la frontera para que lo depredan y destruyan como han hecho con el resto de su desértico país.

Hace unos días, los expertos  de la organización explicaron que se le ha hecho un daño a esa zona irreversible que había sido protegida durante 20 años por las gestiones medioambientales del PLD. Tanto el ex ministro Francisco Domínguez Brito y la Dirección Provincial de Dajabón, así como la Secretaría de Medio Ambiente del partido  catalogaron como un "ecocidio medioambiental" el desmonte de manglares en Laguna de  Saladilla, como se destaca en un escrito de Vanguardia del Pueblo.

Los límites de la frontera están bien definidos. Mientras, el muro que construye la República Dominicana en la frontera con Haití tiene un costo de 1.750 millones de pesos, unos US$32 millones de pesos. La proyección es que la obra debería estar lista en el segundo trimestre del 2024. El proyecto está dividido en  tres etapas. La primera tendría una construcción de 54km del muro. Además, 19 torres para vigilancia y 10 de acceso. También, tendrá caminos a ambos lados de toda la frontera como una forma de facilitar mejor la vigilancia de la población que vive del lado haitiano y terminaría de concluirse el próximo año, Según el portal bnamericas.com.

De acuerdo a esa misma fuente, para la segunda etapa se van a construir 112 km del muro y para la tercera etapa se tiene previsto instalar la tecnología que completará la vigilancia en toda esa área. Cuando se termine el muro tendrá una extensión de unos 170km del total de 392 km de la frontera que hay entre ambos países, lo que significa que no es un muro a lo largo de toda la frontera, sino en una parte.

 El libro Frontera Dominico- Haitiana del historiador William Páez Pinatini es rico en información sobre la descripción de la frontera que divide a los dos países. La obra contiene 6 zonas de la frontera, 97 planos y 313 pirámides o pilotillos que deberían preservarse para la historia pero es seguro que ya han sido destruidas la mayoría de ellas.

El actual límite de la frontera entre República Dominicana y Haití tuvo su origen en 1777, mediante el tratado de Aranjuez  y fue el resultado de muchas disputas, acuerdos y tratados durante la historia de la isla después de la Colonia mediante el cual se estableció la división en dos territorios español y el francés.

Con la construcción del actual muro nuestro país le regalaría unos 840 mil metros cuadrados del territorio dominicano a Haití en la zona de Manzanillo, Montecristi, como denunció la Coalición para la Defensa de las Áreas Protegidas al advertir de la destrucción de los manglares en la zona protegida, como lo publicó, recientemente, el periódico El Nacional.  

En una visita a Haití se pudo observar cómo los haitianos van cortando todas las pequeñas matas que crecen a lo largo de las carreteras para que se sequen y luego cocinar con ellas y eso mismo están haciendo en la actualidad y sus ciudadanos se mudan hasta en nuestras montañas que siempre se mantenían superpobladas de árboles y hoy se ven llenas de pequeñas casuchas. 

Los haitianos suelen vivir en las zonas más inhóspitas, en donde los dominicanos no osarían vivir con las consecuencias de su improvisación y descuido de los recursos naturales, sobre todo de las fuentes acuíferas, cerca de las cuales acostumbran a habitar para utilizar el río para tomar agua, cocinar, bañarse, lavar su ropa y usar el río como su desecho de los improvisados sanitarios que desembocan en el agua., que en otro lugar utilizan para satisfacer todas sus necesidades básicas.

Ya intentaron, en una ocasión, desviar las aguas del río Masacre, lo que se detuvo por las constantes denuncias de que se hicieron eco los dirigentes comunitarios de toda esa demarcación, así como de los productores de ese entorno.

Los dominicanos organizados en diferentes instituciones públicas y privadas y, otras sin fines de lucro, han mostrado su disposición de ir donde se construye el muro y paralizar la obra hasta que se corrija el problema de la división.

No se supervisa nada. Como nunca se había visto, cuando se viaja desde la capital hacia el Cibao, por la Autopísta Duarte se alcanzan a ver , en las laderas de las montañas, que producen en toda esa zona pequeños fuegos que dejan escapar el humo, a pesar de la distancia, y por la frecuencia con que ocurren dejan entreven que es una actividad que realizan a diario. Algunos denuncian, a través de los medios de comunicación y redes sociales, que se trata de quema de carbón para comercializar.

Visitar a Haití es venir con una realidad distinta a la que se percibe en nuestro país, comparado con el desdén y el descuido que se observa cuando se viaja al interior del país donde han crecido los aserraderos improvisados, hasta 5 en un solo municipio como es el caso de Bonao, en la provincia Monseñor Nouel, muchos de ellos bajo el cuidado de ciudadanos del vecino país.

La mano haitiana es una constante amenaza. Vienen a nuestro país a buscar lo que siembran nuestros agricultores y a llevarse el  ganado del otro lado de la frontera ante la falta de autoridad que tienen y el descuido e indiferencia de los que están para defender a  los nuestros en la República Dominicana.

Que se detenga la construcción del muro, como exige la sociedad civil y las organizaciones políticas de la oposición , hasta que los linderos de la frontera se correspondan con los reales sin que nuestro país tenga que perder un solo metro de tierra en favor de Haití, como en épocas pasadas.

SHARE