Pepín Corripio sirvió de amparador de industria de telecomunicaciones ante conato de crisis

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Por Emiliano Reyes Espejo

Pudo ser un “parto dentro de lo normal”, según el argot médico. Los hechos del momento y las circunstancias dieron lugar, sin embargo, a que emerjan intereses y convirtieran en “un parto forzoso, doloroso” la transformación de las telecomunicaciones en el país.

Pero “toda obra para bien”, como dicen los seguidores de Cristo. Si no hubiera sido por este impasse, es probable que, o todavía tuviéramos enviando mensajes por telegramas y cablegramas, o la transición a las telecomunicaciones modernas hubiera sido más lenta. No tendríamos ahora los avanzados niveles de comunicación y conectividad de que disfruta el país.

Las radiocomunicaciones llegaron al país en 1916 con “las tropas de ocupación norteamericanas”. A su retiro en 1924 “los militares norteamericanos dejaron bastantes equipos al Ejército dominicano”, narró el recientemente fenecido experto Vinicio Lembert en su obra “Trujillo y la base militar de Estados Unidos para proyectiles dirigibles de Sabana de la Mar 1951-1961 y las Telecomunicaciones en la República Dominicana”.

Lembert logró una invaluable formación profesional en dicha base donde laboró como técnico meteorólogo. Ha sido quizá, o es el único dominicano que llegó a vivir la experiencia total del curso del desarrollo de la radiocomunicación y las telecomunicaciones en el país.

Vivió desde la época de las comunicaciones análogas hasta las más avanzadas tecnologías digitales. Primero sirvió como técnico, luego experto en meteorología formado en Estados Unidos, empresario, consultor y funcionario del Estado dominicano.

Según señaló en su libro, las radiocomunicaciones comienzan aquí cuando “Frank Ceara Hatton Guerrero, hijo de un norteamericano de esas tropas (de ocupación) con una mujer dominicana, pudo retener algunos de estos equipos y construyó el primer transmisor de AM de poca potencia HIRC y la sacó al aire en 1926”.

Los aportes de CODETEL

Después vinieron los aportes de CODETEL. El ingeniero Lembert refirió que “desde su inicio el 11 de noviembre de 1930, fecha en que fue constituida la Compañía Dominicana de Teléfonos CODETEL, ha generado para la República Dominicana un gran desarrollo, no solo en el aspecto de telefonía, donde nuestro país ha alcanzado grandes elogios y reconocimientos como uno de los mejores sistemas telefónicos en las Américas, pero también en el gran desarrollo de las radiocomunicaciones”.

Cuatro años más tarde –precisa este experto- se marcó un hito en la historia de la telefonía dominicana y de CODETEL, ya que “en esa fecha fue inaugurado el servicio telefónico internacional, mediante una estación de onda corta, asociada a un equipo scramble, que es una especie de mezcla con otra onda de radio, que hace necesario de un receptor especial para demodular, manteniendo con esto una privacidad de las comunicaciones y disminución de las posibles interferencias”.

La mayoría de los dominicanos, el común de la gente, el ciudadano y ni siquiera muchos profesionales de las distintas áreas técnicas y científicas tienen la menor idea de los vericuetos, las gestiones y los aprestos técnicos que se tuvieron que realizar para lograr el actual sistema nacional de telecomunicaciones y radiocomunicaciones que hoy disfrutamos los dominicanos, ataviado de ventajas paradigmáticas, las cuales se podrían resaltar frente a otros países de la región.

Surge conato de crisis

Pero la situación cambió cuando se logra que INTELSAT, una empresa de servicios satelitales en la cual el Estado era el socio, pero que fue CODETEL la que sacó beneficios millonarios que no reportó al gobierno dominicano. El Consejo de Gobernadores de INTELSAT se reunía cada 6 meses en reuniones ordinarias y extraordinarias cada vez que fueran necesarias. Acontece, sin embargo, que el sillón de República Dominicana en dicho organismo quien lo ocupaba era un ejecutivo de CODETEL, el cual impedía que se aprueben permisos de segunda vía para fomentar las telecomunicaciones en el país, como fue el caso de la zona franca Telepuerto San Isidro, rechazado más de una vez en esa instancia.

En ese proyecto operaría una compañía de Zona Franca para digitalizar brouchers de empresas norteamericanas como Sears, American Express, Visa, Mastercard y otras. Si esos brouchers se procesaban en el país produciría un ahorro de un 50% a las referidas empresas. Pero la actitud de rechazo por parte de CODETEL en INTELSAT traba el surgimiento de ese y otros negocios del área de las telecomunicaciones.

Es común escuchar: “con el dominicano no hay quien pueda” y parece que eso es verdad. Cuenta el ingeniero Lembert que frente a dicha situación, el empresario Marcos Troncoso que era de los impulsores de la iniciativa Telepuerto San Isidro, se le acercó para una asesoría que lo ayude a lograr el permiso para operar en el segmento de las telecomunicaciones. Agregó que para eso él le buscó “una abogadita” de Estados Unidos, Margaret O´Brien, que se la ingenia para conseguir la aquiescencia de una segunda vía haciendo astutamente algunos cabildeos con los miembros del Consejo de Gobernadores de INTELSAT.

La “abogadita”-a la cual llamó así por su tamaño, no por la altura de su sapiencia- usó la argucia de aprovechar que el representante de CODETEL no asistió a una reunión de INTELSAT para que se le apruebe el permiso a Telepuerto San Isidro.

Esto sorprendió a los ejecutivos de CODETEL y como era obvio, el hecho provocó una protesta ante el presidente Joaquín Balaguer por parte de la telefónica, pero para su mala suerte “ya la decisión era irreversible”.

“Por otra parte, yo le había explicado a Marcos Troncoso que con este acuerdo de segunda vía ellos podrían operar telefonía y televisión, pudiendo bajar programas de televisión en Nueva York, Boston y otras ciudades de Estados Unidos. “Esto generó la idea de operar telefonía, así nace TRICOM en 1988 y comienza a operar en 1990”, señaló en su libro el ingeniero Lembert.

Nace TRICOM

Lembert manifestó que “así comienza a operar TRICOM, pero en el 1992-93 surgen con CODETEL problemas de interconexión para sus redes celulares y teléfonos fijos de CODETEL, donde estos le querían cobrar un monto excesivo a la nueva telefónica con lo que impiden una libre competencia.

Para complicar la situación a esto se sumaba que la ley existente, la número 118 de Telecomunicaciones del 1 de febrero de 1966 no cubría estos aspectos de (interconexión) de la telefonía celular, ni de satélites, o telecables”.

Al no existir un reglamento para la interconexión de los servicios celulares, se le presentó un tranque al entonces director general de Telecomunicaciones, Leopoldo Núñez. El funcionario visitó a Lembert en su casa de Los Prados para buscar una asesoría al respecto. “Estábamos como país, sancionados por la UIT porque el Dr. Balaguer no pagaba la cuota anual que había que pagarle a ese organismo para que mantuviera al país al día en estas regulaciones”, apuntó.

“Le dije que la única solución que yo le veía al asunto era viajar a la UIT a Ginebra a pedir auxilio, pero él me dijo que el Dr. Balaguer tampoco le cubría los gastos de pasaje y estadía de viaje y que tampoco era prudente solicitar estos fondos a las empresas que estaban en conflicto, CODETEL-TRICOM, a lo que yo como presidente de ANERCOM (Asociación Nacional de Empresas de Telecomunicaciones) le prometí convocar una asamblea para obtener esos fondos”.

Reyerta y botellazo

Núñez viajó a la UIT con fondos que Lembert logró conseguir como presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Telecomunicaciones (ANERCOM). “Pero hay que señalar que en todas estas gestiones todo no fue color de rosa, pues cuando hicimos como presidente de ANERCOM la asamblea para conseguirle pasaje y estadía en Ginebra al director general de Telecomunicaciones, señor Leopoldo Núñez”, se nos armó una reyerta.

“En la siguiente asamblea alguien que no estuvo en la asamblea anterior exigió explicaciones sobre los aportes del dinero y se agrió el ambiente entre los asambleístas de ANERCOM y uno de ellos lanzó una botella de un litro de Coca Cola a otro que estaba cerca de mí…”la botella me pasó rozando a mí y se le pegó a Jorge en un brazo”. Éste se fajó a pelear al puño con Nelson hasta que logró desapartarlos.

“Pero Nelson salió corriendo para su yipeta que estaba parqueada en la avenida San Martín y yo, sabiendo que estaba armado, salí corriendo detrás de él y llegando juntos a la yipeta estaba sacando una pistola, que me dio trabajo convencerlo para que no la usara, evitando una desgracia mayor”, relató Lembert.

No obstante, el viaje de Núñez a la UIT se realizó y como resultado vino al país una comisión de 2 ingenieros y un abogado especialistas en las nuevas regulaciones. Se reunieron con las partes interesadas y les hicieron saber “la importancia que tenía para el país preparar una ley nueva de telecomunicaciones en la República Dominicana, que ellos podrían ayudarnos a preparar este proyecto con todos los reglamentos para cada sector”.

Germen de la actual Ley de Telecomunicaciones

Leopoldo Núñez logró demostrarles a muchos miembros de la UIT de la urgencia de esta asistencia técnica. Entendieron las explicaciones en el sentido de que la vieja Ley-Decreto 118, del presidente Héctor García Godoy, no contemplaba nada para telefonía, lo que hacía imposible llegar a un acuerdo oficial entre las partes en conflicto en el país.

Además, se puso en conocimiento en Ginebra que tampoco el presidente Joaquín Balaguer quería ofrecer ningún fondo para resolver este conflicto. Esto hizo que el señor Leopoldo “se hiciera el loco”, y les propusiera a ellos que mandaran con urgencia una comisión al país para que convocara a todos los sectores de las telecomunicaciones, con una propuesta clara de una nueva Ley de Telecomunicaciones que pudiera manejar estos conflictos.

Se requirió que estos delicados asuntos se manejaran directamente con el sector privado de las telecomunicaciones, con “las telefónicas, la televisión, la radio, AM y FM, los telecables, las asociaciones como ADORA y ANERCOM, sumando finalmente como soporte moral a los radio clubes de radioaficionados”.

“A poco tiempo llegaron al país los indicados funcionarios y recuerdo que de inmediato se pusieron de acuerdo con el señor Leopoldo Núñez y se convocó una reunión urgente con las telefónicas Codetel, Tricom y All American Cables, la televisión, la radio AM y FM, los telecables, las asociaciones ADORA, ANERCOM y los radio clubes de radioaficionados, el Radio Club Dominicano y la UDRA.

La convocatoria se hace en el antiguo edificio de la DGT en la Isabel La Católica, donde se realizó la reunión con la comisión de tres personas de la UIT, un ingeniero experto en telecomunicaciones y dos abogados, todos expertos en este tema tan relevante en ese momento tan importante para el país.

“Núñez comenzó a dormir tranquilo de noche en su casa gracias al éxito del apoyo que recibió de ANERCOM en un momento muy tenso y difícil de las relaciones CODETEL-TRICOM por el impasse de la interconexión de las plataformas de los celulares de ambas empresas”, narró Lembert.

Lo que siguió después fueron los trabajos de organización de la oficina en los que se trabajaron los reglamentos para las radiocomunicaciones, para celulares, etc

Interviene Pepín Corripio

Había un ambiente tenso en el sector de las telecomunicaciones. Se trataba de que una poderosa empresa como CODETEL se resistía a ser desplazada en algunos segmentos del mercado que había contribuido a crear. La situación era comentada de manera asidua entre los corrillos empresariales, mientras el Estado apenas intervenía, no por falta de iniciativas del director de Telecomunicaciones, Leopoldo Núñez, sino por aparente desidia o desconocimiento del doctor Balaguer o sus asesores que no llegaron a valorar entonces la importancia de las telecomunicaciones para el país.

En ese trance se produce la intervención del empresario Pepín Corripio, lo cual resultó ser crucial para superar el impasse entre estas dos empresas, CODETEL y TRICOM. La “lucha de intereses” empresariales había alcanzado niveles inimaginables y eso impedía que la industria diera el salto esperado, en lo cualitativo y cuantitativo, para lograr su despegue definitivo para el desarrollo de la nación.

La situación se debatía a nivel de técnicos, expertos y empresarios inversionistas y aflora cuando se realizó la primera reunión del Consejo Directivo del recién creado Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel). Este nuevo Indotel que había dejado atrás a la DGT, publicó “sorpresivamente el 31 de diciembre de 1999 la resolución No. 007/99 del Reglamento de uso del Espectro Radioeléctrico y el Plan Nacional de Atribución de Frecuencias. Se trató de un documento extenso de 32 páginas, “auspiciado por el asesor técnico chileno Miguel Pizarro, cuyo contenido…resultaba muy perjudicial para la Radio, la Televisión y las Radiocomunicaciones” del país.

Cada vez era más candente el ambiente en el sector y el empresario Pepín Corripio que estaba al tanto de esto favoreció buscar una solución. “Cuando nos comunicamos con don Pepín, nos autorizó a que usáramos su salón de Conferencias para que una comisión ampliada de ingenieros, técnicos de radio y abogados de todo el país”, dijo Lembert.

Señaló que se reunieron durante 10 días para estudiar y contestar este amplio documento, “cuya respuesta llevamos y presentamos en el salón multiuso del Indotel, y logramos que fuera modificado”.

Según relata el ingeniero Lembert en su extraordinario libro que legó para la posteridad, en aquella oportunidad se logró que viniera al país una comisión técnica de la UIT para hacer un anteproyecto de la Ley 153 de Telecomunicaciones y sus reglamentos.

“Esto ocurre cuando en los años 90 se produce el impasse de la interconexión de los celulares entre Codetel y Tricom, y en momentos en que el país estaba sancionado por la UIT, porque el presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, no pagaba la cuota anual a ese organismo, y la vieja Ley 118 no cubría estos aspectos nuevos de la telefonía moderna”, apuntó.

*El autor es periodista

ere.prensa@gmail.com

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