La lectura como práctica social

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Por: Altagracia Mercedes Fortuna

La lectura debe ser abordada como una práctica social y no como una simple actividad escolar. De esta manera, contribuye a la formación de sujetos auténticos, reflexivos y críticos capaces de avanzar en una sociedad alfabetizada. Asimismo, ésta le permite al estudiante ir más allá de un simple acto mecánico, otorgándole el título de un lector con capacidad suficiente para construir el significado de lo que lee. Además, si se enseña desde esta perspectiva, solo así, se estará trabajando la misma como una estrategia para la vida.

Trabajarla en este sentido, permite incorporar a los niños a la comunidad de lectores, logrando crearle un mundo alternativo en el medio en que se desenvuelven. También, de esta forma se convertirá en la herramienta más importante en sus aprendizajes, ya que orienta y estructura su pensamiento. En este orden Delia Lerner (1996) nos dice que ´´Leer es adentrarse en otros mundos posibles, es indagar en la realidad para comprenderla mejor, es adentrarse al texto y asumir una postura de lo que se dice y se quiere decir1´´. Por lo que, esto significa que hay que adentrarse en él, entenderlo y ser capaz de construir el significado de este.

De igual modo, para que el estudiante tenga conexión con éste y pueda comprenderlo, debe existir cierto nivel de motivación. Sin embargo, en el día a día en las aulas se puede evidenciar el desinterés de los alumnos ante la lectura. Regularmente, estos solo realizan dicha actividad para cumplir tareas específicas y no porque realmente se sienten motivados. Esto suele ocurrir porque durante años en la escuela se ha enfatizado la enseñanza de esta partiendo de diversos contenidos que suelen ser ajenos a los intereses de los estudiantes.

En efecto, para que la enseñanza de esta importante tarea se haga efectiva, la misma debe llevarse a cabo, partiendo de situaciones de comunicación reales y con auténticos destinatarios. En este sentido, Lerner (1996) plantea que ´´Para que la lectura se constituya en un objeto de aprendizaje, es necesario que la en la escuela se le otorgue sentido desde el punto de vista del alumno´´2. Esto implica que se debe tomar en cuenta la presentación de situaciones didácticas que le permitan al estudiante leer con finalidad comunicativa específica, es decir hacerlo a partir de un propósito.

Por otra parte, si se quiere obtener buenos resultados en lo que concierne a la enseñanza de tan significativa actividad. Entonces hay que decir que está en mano de los docentes implementar estrategias enfocadas en la propuesta del currículo. Esto incluye fomentar en los estudiantes el placer por la lectura. Además, utilizar textos funcionales y de interés para ellos como (noticias, instructivos, carteles, guía, telefónica, ensayos, ponencias, conferencias entre otros).

Adicional a lo anterior, se hace imprescindible crear un ambiente lector: prestarles libros; utilizar el entorno e invitarle a leer con otros. De esta manera haremos de la escuela una comunidad de lectores que acudan a los textos buscando respuestas para los problemas que necesitan resolver. También para encontrar información; comprender mejor algún aspecto del mundo que sea objeto de sus preocupaciones, y así buscar argumentos para defender una posición con la cual se identifican o para refutar aquella que consideran injusta. De este modo, emprender acciones valiosas que se conviertan en la mejor arma para defender sus ideales y convenciones. En este orden Solé (2005) expresa que ´´Leer es un proceso que permite al lector obtener información pertinente para los objetivos que guían sus lecturas´´3. Ante esta posición, hay que entender que de acuerdo al propósito que se tenga se debe abordar un tipo de lectura.

Ante el planteamiento anterior, es preciso preguntarnos ¿Qué tipo de lectura podemos hacer? Pues bien existen varias clases de estas, algunas de las que se pueden poner en práctica son: la lectura en voz alta; la compartida, la guiada, la independiente y la de episodio. Asimismo, se recomienda que el docente las combine de acuerdo con las necesidades, el nivel de progreso y el interés del estudiante. De modo, que cada una ofrezca una oportunidad única para que los docentes desarrollen las habilidades de sus estudiantes. Además, los ayuden a ser lectores eficientes e independientes en todos los niveles académicos.

En conclusión, abordar la lectura como una práctica social, es de vital importancia para la formación de sujetos críticos y auténticos. Por lo tanto, es necesario que los docentes diseñen estrategias para que sus estudiantes vean dicha práctica no solo como una tarea del contexto escolar, sino como una actividad placentera que proporciona toda clase de beneficio para la vida. De manera que, si se trabaja ésta con propósitos específicos, se tendrán alumnos preparados para insertarse en la comunidad de lectores y sobre esta base hacer de ella un hábito que le permita ser conocedores de las realidades y problemáticas que los rodean, permitiéndole además formar parte de las soluciones de éstas. Es entonces cuando podemos decir, que se ha enseñado a leer para vivir.

Altagracia Mercedes Fortuna

La autora: Educadora. Reside en Dajabón.

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