Autor Bayardo Quinto Núñez
Al Dr. Salvador Vega Bolaños-experto en Psicotrónica-(mi amigo)
Pasó el día, y la noche fue de perros, estos ladraban y ladraban sin cesar, mientras la notable noche, con su parsimonia, tiraba mensajes tras mensajes llenos de mucha bondad, pero con tremendos misterios como toda noche. Amaneció con una ligera llovizna, ahora se callaron los perros e inició el precioso canto de los gallos adornando el ambiente de la ciudad, era como estar disfrutando una preciosa sinfonía musical, asimismo, se iba uniendo el canto de los pajaritos, y por allá el pasó de una moto y un ronco y sonora canto de un gallo poroco. Preciosa melodía se escuchaba.
El sol ya venía asomando su rostro, para darle mejoría y hermosura al ambiente, se presentaba con todas las de la ley, alegre, con ánimo como de costumbre, y, andando en la ciudad, y caminando por una de las aceras de la ciudad y pensando y repensando, los amigos comentaban y caminaban presurosos, al fin llegaron a la casa de Bayardo y cuando estaban sentados en la sala comedor, los amigos comentaban.
-Ayer hice un bien, a un hombre, me sentí feliz-comentaba Salvador a Bayardo-.
-Si, pero qué pasó-respondió Bayardo-.
-Andaba solo 55 míseros córdobas, y un hombre desgarbado, andrajoso me pidió para una comida-repuso Salvador-.
-Y. Qué sucedió en los surcos de tú mente, cerebro-inquirió Bayardo-.
-La pensé, seguí mi camino, pero aproximadamente como a treinta metros mi conciencia me habló y pensé: cuantas veces yo tuve ham
bre. Entonces, me devolví y le di lo que tenía en mi bolsillo-respondió Salvador-.
-Claro. Hiciste una excelente obra humanística, de conciencia-así le expresó Bayardo-.
-Ese fue mi mejor almuerzo-repuso Salvador-.
-Así somos, los seres de conciencia, de corazón-concluyó Bayardo-. Los amigos prosiguieron degustando una suculenta y cargada taza de café con pan y mantequilla. Mientras caía un aguacero sin precedentes, durando un poco más de siete horas, asimilándose a un diluvio celestial, ampliado terrenal, mientras tanto el sol se había escondido entre las nubes, el cielo semi oscuro, era un espléndido espectáculo natural maravilloso.
Sobre el autor de esta obra letrística Bayardo Quinto Núñez, escritor, pintor, músico y columnista opinionista.