La Revolución de los Asuntos Militares (RAM) es un concepto introducido a principios de la década de 1980 por Andrew W. Marshall, quien tuvo acceso a las reflexiones de los soviéticos sobre el carácter potencialmente revolucionario de las nuevas tecnologías. Pero Marshall propuso que para ser auténtica revolución los avances tecnológicos debían ir en paralelo a cambios profundos en la doctrina, adiestramiento y orgánica de las fuerzas armadas.
La Revolución de los Asuntos Militares es una discusión académica que se mantiene desde décadas en los Estados Unidos y que versa sobre cómo pueden y deben ser explotadas las nuevas tecnologías existentes, o cualquier otro avance tecnológico, para garantizar el mantenimiento continuo de la eficacia de las Fuerzas Armadas y su empleo como elemento de seguridad tanto nacional como internacional.
Ciertamente, La centralidad de la información y el conocimiento en la conducción de la guerra a lo largo de la historia, tanto estados mayores como gobiernos han intentado incrementar el conocimiento del enemigo y disminuir el procio, esto sin contar todas las acciones que los gobernantes han utilizado en tiempo de guerra para influir sobre las voluntades y percepciones de la población.
Esta nueva forma de guerra no solo implica que los ejércitos desarrollen protocolos de actuación basados de ataques tanto físicos como virtual a los sistemas de información y comunicaciones del enemigo, sino también operaciones psicológicas y de propaganda mucho más efectivas que antaño gracias a la gran influencia que han adquirido los medios de comunicación en masa.
No es extraño que ciertos autores se atreven a vaticinar que en un futuro no muy lejano ya no será necesario realizar costosas y peligrosas operaciones militares, pues solo con una computadora será posible ganar las guerras, bien alterando las bases económicas de la nación o actuando sobre la población civil mediante operaciones de guerra psicológica.
La propia forma de hacer la guerra ha cambiado y esto podemos verlo, en un campo de batalla radicalmente distinto del acostumbrado, en la guerra moderna: unidades ligeras, muy móviles y con la altísima letalidad que brinda la precisión de las armas, sustituyen a las grandes concentraciones de fuerzas mecanizadas. El grueso de los ataques será realizado por sistemas de inteligencia a distancia, la capacidad de asestar golpes desde fuera del teatro de operaciones cobra una importancia sin igual.
No es casualidad, el avance en la profesionalización y la progresiva obsolescencia del servicio militar obligatorio en muchos países del mundo. Mientras tanto, por un lado, los incrementos en la letalidad del armamento, de su precisión y alcance, conducen silenciosamente la reducción del número de combatientes en el campo de batalla. Por otro lado, se altera la naturaleza de la propia profesión militar: la alta sofisticación de los sistemas de armamento aunada a la reducción en el número de efectivos de las Fuerzas Armadas, han convertido al soldado en un técnico, en un especialista de guerra.
Estos comentarios son palpables cuando se observa cómo el mercado militar estadounidense se levantó en el momento en que las industrias tecnológicas informática y el comercio electrónico declinaba. En la actualidad sendos profesionales de las tecnologías informáticas han encontrado su nicho en las instituciones militares, mientras que las propias compañías de este rubro compiten por los onerosos presupuestos estatales destinados a la defensa.
La RAM ha dado lugar históricamente a un incremento del poder militar observable en la magnitud del alcance de las operaciones militares, dentro de un marco de tiempo menor y con un menor número de fuerzas o de una reducción de elementos necesarios para defender objetivos.
Los promotores de las RMA habían descuidado casi por completo la inteligencia humana (HUMINT) en la preparación y conducción de las operaciones militares. Y al tratar de obtener información mediante inteligencia HUMINT este sistema desvelaba su abrumadora complejidad, con la carga de riesgo, subjetividad, doblez, auto engaño y traición que es propia.
Por otra parte, la lucha contra las insurgencias en Afganistán e Irak cambió el foco de la atención. La clave ya no estaba en la ventaja tecnológica sino en ganarse las mentes y corazones. Se pasó a un modelo centrado en la población local. Un ejército puede cosechar éxitos en el nivel técnico y operacional gracias a la innovación y, a pesar de ello, la victoria resultar elusiva por limitaciones o errores en la concepción operacional y estratégica del conflicto.
Desde la perspectiva de las tecnologías que se están aplicando y generalizando en las Fuerzas Armadas, se puede afirmar que existe una revolución en los asuntos militares en marcha. Sin embargo, puede considerarse que el verdadero impacto revolucionario de esta nueva RAM no reside solo en la importancia del terreno operativo y tecnológico, sino más precisamente en su dimensión social, en la imagen que las sociedades se hacen de la guerra, de sus fuerzas armadas y de su utilidad.
Sobre el autor: Heriberto Tejada, especialista en Relaciones Internacionales.