Por: Becker Márquez Bautista
Hace poco tuve una tertulia con un amigo, sobre los posibles estadistas de nuestro país; a ese amigo yo le decía que ser un estadista no es solo es haber gobernado el País, sino que un estadista es aquel político que piensa en el interés del pueblo, actuando y pensando en la futura generación y no en las próximas elecciones. Un estadista tiene que tener visión, principios, valores y cambios que generen las transformaciones y la garantía a futuro de sus conciudadanos.
José Ortega y Gasset escribió en 1927, Mirabeau o el político”. Allí clasifica a los gobernantes en estadistas, escrupulosos y pusilánimes; el hombre de Estado debe tener lo que Ortega llama “virtudes magnánimas” y carecer de las “pusilánimes”.
Mirabeau es venal, mentiroso, cínico, inescrupuloso, pero eso no le impide ser, según Ortega y Gasset, uno de los grandes políticos de la Historia por su visión política certera, elemento “que distingue al político del simple gobernante”, por su intuición, por la habilidad en unir intereses contrarios y por su perspectiva política central, que es la de hacer del Estado un instrumento al servicio de la Nación.
Winston Churchill, define claramente lo que es un hombre de Estado: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”.
La República Dominicana atraviesa por una profunda crisis de políticos que se puedan definir como estadistas, en su gran mayoría, los actuales políticos solo piensan en sus intereses personales y perpetuarse tanto a lo interno de sus respectivas organización política como en el Estado.
Para ser un estadista, se exige visión a futuro y desprendimiento de las ambiciones personales y tener la grandeza para concertar grandes acuerdos nacionales aunque sean ideas de otros y principalmente, tener el don de la ubicuidad para comprender y asimilar que estuvieron demasiado tiempo en el poder y que ya es hora de permitir el recambio generacional; pero claro eso lo hacen los estadistas.
Un estadista puede ser un funcionario público o un analista de la realidad política, que conozca la verdad de la sociedad en la que vive, sus necesidades; los recursos con los que cuenta y las posibilidades de llevar a cabo planes eficaces a corto, mediano y largo plazo, sin proponer utopías, ya que las promesas vanas, crean ilusiones y cuando no se concretan solo logran generar frustración, descrédito y resentimiento.
Un estadista deja una marca de cambio positivo y de progreso en la historia de su pueblo, ya que lo guía hacia un destino de grandeza, mejorando sus capacidades, descubriendo potencialidades y generando beneficios en favor del estado y su gente.
