Positivo… ¿Y qué? Abandonado a tu suerte

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El pasado lunes 27 de diciembre, sentí algunos malestares físicos leves, que entendí no eran suficientes para impedir que acudiera a mis labores. No obstante, al subir la mañana, sentí fiebre y empecé a temblar “de frio”

La situación descrita me hizo pensar en un posible contagio de Covid, por lo que conociendo que el Ministerio de Salud Pública tiene un dispensario médico en donde te practica la prueba de antígenos,le pedí a alguien de la oficina que me acordara la cita o gestionara que me pongan en la lista de los que pretendían que ese día se le hiciera la prueba, mientras yo me dirigía hacia allí, para ir ganado tiempo.

Al acudir al dispensario me dieron el número 29, ya iban por el número 16, o sea, que al presentarme allí había 12 personas antes que yo. La prueba entre la toma de datos y la realización se toma unos diez minutos. Al multiplicarlo por 12 se hace un promedio de 120 minutos. (dos horas) que decidí esperar como buen ciudadano, calmado y tranquilo; aunque mi dolor de cabeza, fiebres y malestares generales seguían campantes cabalgando sobre mis párpados que no lograba mantener alejados.

Pasaron dos, pasaron tres, y pasaron cuatro y los turnos se dislocaron, empezaron a llamar grupos de tal o cual ministerio y yo reclamando: “que ese era tal o cual o que no tenía turno” y me decían que sí que estaban en la lista.

Bien… la cuestión es que después del tiempo que la suerte quiso, me dijeron que pasara y a pesar de haberme dado un número que esperé por todo el tiempo literal que le he dicho. Me dijeron que debía esperar un rato más porque yo no estaba en la lista y la persona que procesa (que me imagino que no lo está pasando bien por el exceso de trabajo) me toma los datos y lo comunica a su superior quien después de unos treinta minutos más le comunica que procedieran a realizarme la prueba.

Unos veinte minutos después de realizarme dicho examen, sale una joven con ojos que anuncian los resultados sin que uno lea lo escrito y me entrega los míos. “salió positivo” le comunico yo y ella me contesta que sí. Me entrega dichos resultados y vuelve a su trabajo.

Ya no hay dudas, ahora confirmado, estoy positivo de Covid 19. ¿Qué hago? Bueno…, lo primero que hago es dar aviso a mis familiares con lo que estuve cenado, el 24 y estuve cerca los dos dias siguientes. De igual manera le tomo una foto al resultado y se lo envio a la directora de Recursos Humanos de la institución para la que laboro para que haga lo propio y lo hago saber a los compañeros con quienes tuve algún tipo de roce.

Ahora…, a mi casa. Con la tranquilidad de quien ya no puede hacer nada y la paz que da el confiar en Cristo Jesús. Nadie me orientó, nadie del Ministerio de Salud (recuerden que hablo de una prueba hecha en la misma sede), me llamó para darme una orientación preliminar. En pocas palabras me abandonaron a mi suerte. En buen lenguaje coloquial dominicano “me soltaron en banda” y como a mí, les sucede a todos.

Hoy me entero que la ya famosa variante ómicron es responsable del 41% de los nuevos contagios, deduzco que sería esta variante la de mi lotería.

Decenas de llamadas cargando a distancia mi situacion, lamentando, dando aliento y prometiendo oración. Otros recomendando todo tipo de brebaje e infusión, y un grupo más recetando desde antibióticos a fármacos importados.

Noches duras, fiebres y dolores, “la soledad del leproso”, nadie se te acerca, solo mi esposa estaba ahí velando mientras yo dormía para que la fiebre no traspasara el límite. Hoy ella está pagando las consecuencias y me ha tocado a mí devolver el cuidado y las atenciones. De hecho, al concluir este escrito el reloj marca las cuatro y treinta y dos de la mañana lo empecé mientras le hacía un té, que le serví, mientras otro se ponía a hervir. ¡Una lección aprendida!

Considero que esto (la falta de orientación, guía y seguimiento) no puede suceder. No voy a criticar, voy simplemente a brindar una solución a mi juicio pertinente: sugiero que en los centros de prueba debe haber un médico que prescriba los medicamentos básicos que un infectado debe ingerir; ya sea aspirina o acetaminofén, que dé las orientaciones y guía para que “el paciente” que en este nuevo brote parece que no será ingresado a menos que presente síntoma de gravedad, esté correctamente orientado.

Además, dar un seguimiento para que este guarde “la cuarentena” y la invitación para que tal o cual día vuelva al centro para volver a practicarse la prueba para determinar si está o no libre del virus.

Son medidas simples y pertinentes que no tomarse, esta ola se convertirá en todo un sunami.
Mis funciones me obligan a gestionar que desde el Defensor del Pueblo se formulen los requerimientos pertinentes.

Hasta la próxima.
Darío Nin

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