Hay millón razones para sonreír

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Por: Lucy Angélica García

En el transcurso de la vida todos atravesamos estados de incertidumbre, de tristeza, y  carencias de todo tipo, que son parte del proceso de aprender a vivir, todos hemos estado exiliados de alguna manera, porque hemos transgredido consciente o inconscientemente las leyes de Dios y el universo, nos hemos encapsulado en la culpa, en la congoja, en esa falta de fe que nos hace pensar: ¡¡Es que yo no puedo.!!  y nos quedamos paralizados mentalmente sin poder avanzar.

Los niños aman ver a los superhéroes, y en su inocencia creen que también pueden ser como ellos, y construyen su propia narrativa y eso les hace felices.
Yo creo que ellos nos dan una gran lección, todos podemos hacer de nuestra vida más de lo que aparentemente podemos, solo necesitamos ver más allá de lo que nos muestra esta dimensión 3D, y creer en aquello que sobrepasa todo entendimiento, el gran mensaje con una connotación profunda de conciencia.

Así como Moisés cruzó el mar rojo   porque activó el poder en si mismo, todos tenemos la oportunidad de ver abrirse las olas de ese mar de confusiones y descubrir la certeza, ese remanso de paz interior y ese crucial instante de confrontarnos, de seguir buscando brechas de salida en el laberinto mental aprendido, o impuesto a lo largo de nuestra existencia, y ver el gran abanico de posibilidades de nuevos aprendizajes frente a nosotros.

Prosigamos a la meta, el nivel más elevado de conciencia y redescubramos el poder de Dios en nosotros mismos, nada hay imposibles;  si lo creemos, lo creamos, si lo creamos lo logramos.

Es preciso creer en nuestras capacidades, dejando atrás  creencias limitantes, de esta manera podremos experimentar de una manera sobrenatural, la Luz infinita del amor de Dios en nuestra vida.

La autora es docente, poetisa y columnista internacional.

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