Por Bayardo Quinto Núñez
- Poema: ¡Columna vertebral, libro interminable, ni aún después! (A, mi amiga Escritora y Poheta Yelba Clarisa Berrios Molieri)
Siempre, de hinojos
ante su notable
columna vertebral,
donde cada vertebra
es un manantial como
espiga de esencia misma.
Cada vertebra es,
un libro interminable,
es un desierto repleto
de sustancia
y, aunque tenga sed,
no fenece.
En todo caso,
quizás sea el aroma
puro de la sabrosura
de sus pohemas-letrísticas-,
que deja toneles de ideas,
pensamientos, para volar, volar
sobre su sendero,
su ramaje de ideas,
de noble terneza, sibilina
y de un tocar estruendoso,
ese papel, con el lápiz
que derrama su tinta,
no mancha, deja estelas
predominantes que perviven
y pervivirán.
- El aroma de sus líneas
versisticas, son tan oigo voces,
como el gran pájaro
entre sus nubes,
que con íntimas alas
diseña a raudales memorias
al amanecer, atardecer,
no como un epitafio
defenestrado, pues no,
es la alegría, al ver
que esa ave-pájaro-,
es el golpe de su pluma,
tintero y papel,
para preparar el ambiente
de versos, letras,
repletas de sentimientos,
con el alarido,
de un viento constante,
que no acaba,
ni acabará,
ni aún después.!!!
- Cuento: El rabo y la filfa
Con una mañana soleada y desolada, Don Filiberto, pasaba por la calle de su amigo doctor, y vio, que entraba una dama pelo amarillo o café y, se preguntó: ¿Ahora tiene nuevo rabo?. Al día siguiente, lo visitó y le externó ello.
-Ella es una buena amiga, que tengo, buena muchacha, ya sé quién es, pero no es un rabo mío-respondió el doctor-.
-Qué llega hacer a su casa, quién es-inquirió Filiberto-.
-Ese día, que usted pasó, no la vacunaron en el centro de salud. Y la conocés bien, pero por el momento dejémoslo así-expresó el doctor-.
-Yo me vacuné, en el puesto que estaba en el hospital, en el lugar dónde dicen mataron una madrugada a un empresario-Recuerda, señaló Filiberto-.
-Desconozco, eso de la muerte-repuso el doctor-.
-Sino me equivoco fue la esposa de pic., y dama de otro que conocemos-expuso Filiberto-.
-No los conozco, automáticamente-contestó el doctor-.
– Me extraña, no hayas conocido a Pic., si era amigo, conocido de usted, no te hagas, refunfuñó Filiberto-.
-Tienes razón, por ahora no recuerdo, ni quiero recordarme- molesto respondió el doctor-.
-Si nadie te está atacando. Su amorío es público. Pues, está bueno-replicó Filiberto.
-A lo mejor si, adujo el doctor-.
-Sólo, los pendejos, en la actualidad no tienen su rabo y no C,. Sólo mates sos, hasta, ahora está siendo decente, prudente, lo felicito, parece que ya aprendió- finalizó Filiberto-.
EL doctor, se lanzó una breve risita de maquiavélico. Y prosiguieron degustando una coca cola con galletas. En ese momento la dama-rabo-penetraba a la casa con unas bolsas de hielo y entró cómo presurosa.
-Buenos días. Doctor, ya vine-se dirigió el rabo-.
Solamente, nos quedamos viendo. Y la platica prosiguió. Jijijijijijijiji…!!!.
Acerca del autor de estas dos obras letrísticas:
Bayardo Quinto Núñez. Abogado y Notario Público Escritor, Pintor y Músico.
Correo: tac_tictac@yahoo.com