Un poema: ¡Columna vertebral, libro interminable, ni aún después! ; Un Cuento: El rabo y la filfa

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Por Bayardo Quinto Núñez

  1. Poema: ¡Columna vertebral, libro interminable, ni aún después!     (A, mi  amiga Escritora y Poheta Yelba Clarisa Berrios Molieri)

Siempre, de hinojos

ante su notable

columna vertebral,

donde cada vertebra

es un manantial como

espiga de esencia misma.

Cada vertebra es,

un libro interminable,

es un desierto repleto

de sustancia

y, aunque tenga sed,

no fenece.

En todo caso,

quizás sea el aroma

puro de la sabrosura

de sus pohemas-letrísticas-,

que deja toneles de ideas,

pensamientos, para volar, volar

sobre su sendero,

su ramaje de ideas,

de noble terneza, sibilina

y de un tocar estruendoso,

ese papel, con el lápiz

que derrama su tinta,

no mancha, deja estelas

predominantes que perviven

y pervivirán.

  1. El aroma de sus líneas

versisticas, son tan oigo voces,

como el gran pájaro

entre sus nubes,

que con íntimas alas

diseña a raudales memorias

al amanecer, atardecer,

no como un epitafio

defenestrado, pues no,

es la alegría, al ver

que esa ave-pájaro-,

es el golpe de su pluma,

tintero y papel,

para preparar el ambiente

de versos, letras,

repletas de sentimientos,

con el alarido,

de un viento constante,

que no acaba,

ni acabará,

ni aún después.!!!

 

  1. Cuento: El rabo y la filfa

Con una mañana soleada y desolada, Don Filiberto, pasaba por la calle de su amigo doctor, y vio, que entraba una dama pelo amarillo o café  y, se preguntó: ¿Ahora tiene nuevo rabo?. Al día siguiente, lo visitó  y le externó ello.

-Ella es una buena amiga, que tengo, buena muchacha, ya sé quién es, pero no es un rabo mío-respondió el doctor-.

-Qué llega hacer a su casa, quién es-inquirió  Filiberto-.

-Ese día, que usted pasó, no la vacunaron en el centro de salud. Y la conocés bien, pero por el momento dejémoslo así-expresó el doctor-.

-Yo me vacuné, en el puesto que estaba en el hospital, en el lugar dónde dicen mataron una madrugada a un empresario-Recuerda, señaló Filiberto-.

-Desconozco, eso de la muerte-repuso el doctor-.

-Sino me equivoco fue la esposa de pic., y dama de otro que conocemos-expuso Filiberto-.

-No los conozco, automáticamente-contestó el doctor-.

– Me extraña, no hayas conocido a Pic., si era amigo, conocido de usted, no te hagas, refunfuñó Filiberto-.

-Tienes razón, por ahora no recuerdo, ni quiero recordarme- molesto respondió el doctor-.

-Si nadie te está  atacando. Su amorío es público. Pues, está bueno-replicó Filiberto.

-A lo mejor si, adujo el doctor-.

-Sólo, los pendejos, en la actualidad no tienen su rabo y no C,. Sólo  mates sos, hasta, ahora está siendo decente, prudente, lo felicito, parece que ya aprendió- finalizó Filiberto-.

EL doctor, se lanzó una breve risita de maquiavélico. Y prosiguieron degustando una coca cola con galletas. En ese momento la dama-rabo-penetraba a la casa con unas bolsas de hielo y entró cómo presurosa.

-Buenos días. Doctor, ya vine-se dirigió el rabo-.

Solamente, nos quedamos viendo. Y la platica prosiguió. Jijijijijijijiji…!!!.

Acerca  del autor de estas dos obras letrísticas:

Bayardo Quinto Núñez. Abogado y Notario Público Escritor, Pintor y Músico.

Correo: tac_tictac@yahoo.com

 

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