Por Fabio Mendoza Obando
Por lo general los papas siempre se preocupan para que sus hijos no hereden lo que ellos no pudieron hacer en sus inicios, hay un esfuerzo tenaz para que tengan un porvenir diferente y mejor, y no como lo que les tocó vivir a ellos. En la mayoría de los casos el apoyo es constante para que se eduquen y tengan una profesión, haciendo el sacrificio que sea, con tal de ver a sus hijos en la cúspide de una nueva realidad.
Mi papá Ricardo José Mendoza Duarte, a quien sus hijos le decíamos Papillo y que (Descansa en la Paz del Señor) fue un campesino amante de los quehaceres del campo y la ganadería, de él aprendí una teoría que construyó que el ganado significa ´´ganancia y prosperidad´´. Papá fue a la escuela primaria algunos años de forma irregular pero no aprendió a leer, al parecer no le gustó ir a las aulas de clase, su gran escuela de aprendizaje en la vida fue todo lo relacionado con el campo, pero eso sí, era un genio en las matemáticas.
Cuando me solicitaba que le ayudara a sacar algunas cuentas relacionadas con la planilla de los trabajadores, sabía de ante mano que tenía que poner en práctica lo que yo había estudiado con respecto a los números. Yo, con la calculadora en mano me quedaba corto, él sumaba, restaba, multiplicaba y dividía con una agilidad mental impresionante, lo hacía tan natural y ante cualquier resultado que le diera, en tiempo record ya me lo había cantado, algo importante era que él no presumía de su capacidad, más bien yo trataba de imitarlo y me sentía un poco asombrado.
Un método que yo miraba con atención y perspicacia que usaba para aprender era a través de la radio. Escuchaba todos los días el noticiero radial y comentaba las noticias del día de una forma lucida y con capacidad de análisis. En algunas veces lo escuché recitar algunos versos de Rubén Darío que pasaban por la radio. A papá le gustaba la poesía y hablaba del bardo poeta universal algunas veces, se refería al poeta en conversaciones familiares para resaltarlo como ciudadano ejemplar en el país y en el mundo.
En nuestro hogar papá compraba todos los días el Diario La Prensa, desde muy pequeño yo empecé a familiarizarme con la lectura de esa forma. Cuando regresaba de clases, me esperaba para que le leyera el periódico. Primero leía todos los titulares, luego me decía qué noticias tenía que leer primero. La sección de política era obligada leerla por completo, era en las noticias política que algunas veces debatíamos o mejor dicho casi siempre. El editorial del día era motivo de lectura también y otros de su interés.
Fue la lectura del periódico de todos los días que incentivó en mí de una manera intrínseca el hábito de la lectura desde muy pequeño, algo que mi progenitor hizo muy acertadamente. Valga recalcar que para ese tiempo la carencia de libros era bien marcado, se podían conseguir algunos, pero eso sí, en su mayoría eran de contenidos de política de izquierda, algo que a papá no le gustaba. Después de este inicio yo era imparable, en mí ardía esa hoguera por la lectura de una manera que no lo podía controlar hasta que tenía el periódico en mis manos.
Nunca se negó a comprarme libros y además los que yo quisiera, fueron numerosas las veces que le tuve que mentir para obtenerlos, le decía que en el colegio me estaban pidiendo tales libros y que los necesitaba urgentemente, papá cuando tenía que viajar a la capital se iba a las librerías y los compraba y me los llevaba, me sentía complacido por su noble gesto, cuando me los entregaba me decía: ´´cuídelos muy bien´´ y de verdad que los cuidaba de una manera especial que no permitía que nadie más los tocara.
Fue desde ese momento que empecé a construir mi Biblioteca. Papá tenía una particularidad muy bien notable, y era que estaba pendiente de que mis libros estuvieran bien ordenados y los cuidaba tal a como yo lo hacía, él no permitía que por puro gusto alguien los tomara y si lo hacían se percataba que los dejaran en el mismo lugar y en el mismo orden. Así fue que nació mi aventura con la lectura y los libros, de los que me he enamorado perdidamente. Hay algo que debo confesar y es que papá nunca supo que yo escribía poesía y esto porque estuve todo ese tiempo bajo la sombra del anonimato. Todo ha sido en complicidad con mi Papillo.
El autor es poeta y escritor nicaragüense