Con la caída de las redes llegó la paz

276

Por María Beatriz Muñoz Ruiz

Seis horas hemos estado sin Whatsapp, Facebook e Instagram, y no sabéis la cantidad de cosas que he hecho en esas seis horas, yo creo que algún indeseable le ha pedido al universo que me cambie, y lo está haciendo.

Primero se me pierden cosas, y cada vez que me pongo a buscarlas ordeno una parte de la casa; llevo varios días buscando un libro que tengo que devolver a la biblioteca y ya he ordenado las estanterías del salón y las de mis hijos, bueno, tampoco encontraba unos pantalones deportivos y me ordené los cajones de mi armario, y hoy, con la caída de esas tres redes sociales, el universo quería que planchara, metiera un lavavajillas y estudiara. Iba a revelarme, pero después de expresar mi opinión en twitter, quedaba feo colapsarla de comentarios, así que nada, que como pille al que pidió que cambiara mi forma de ser, de la ostia que se lleva se ahorra comulgar en tres meses.

Bueno, he de decir que tampoco ha estado tan mal que nos quedáramos sin esas tres redes, he pensado incluso en llamar a la gente para saber de ellos, también es verdad que esta tarde en concreto, no tenía nada importante que enviar o que me enviasen, pero estoy segura de que, si las redes hubieran estado en activo como siempre, habría tenido alguien la necesidad de enviarme cualquier cosa y yo de contestarle. Porque en realidad es lo que hacen las redes sociales, te crean esa necesidad, son un artículo de mercado que se nos vende como algo imprescindible, y lo habla alguien cuya venta de libros o visualización en las redes, hace que esa necesidad sea real.

Pero… para los que no necesitan las redes, esta caída ha sido una bendición, porque si lo ha sido para mí, cualquier persona ha podido olvidar esas notificaciones que colapsan el móvil y te instan a verlas.

Una vez que escuchas el sonido de una notificación, tienes que contestar, no eres libre, no puedes ignorarlo por mucho tiempo, porque se trata de estar en contacto con el mundo. ¿Pero por qué el ser humano en la actualidad tiene esa necesidad extrema de hallarse en contacto con el mundo? Porque antes, el vacío que se abría en nuestro interior, se llenaba con otra persona, con otro amigo, con otro amor… pero cuando aparecieron las redes sociales, dejamos de sentirnos solos, dejamos de intentar llenar ese vacío con otras personas de nuestro entorno, era más fácil sentirse arropada por miles de personas que siempre están ahí para comentarte o hablar.

Antes se iba al psicólogo cuando tenías un problema, ahora se cuenta en las redes y el mundo actúa de psicólogo, decimos que necesitamos menos máquinas y más personas humanas, pero no nos percatamos de que esos miles de personas a las que no conoces personalmente, pueden considerarse máquinas, porque cuando necesites un abrazo, ellos no podrán dártelo, cuando necesites ver su sonrisa solo podrás ver un emoji e imaginártela.

Buscabais escapar de la soledad, pero estáis más solos, y en vez de buscar el amor verdadero, os conformáis con halagos que se pierden en la superficialidad de un entramado urdido por vosotros mismos para no tener que asumir el fracaso. Pero sin lucha no hay ni fracaso ni éxito, porque un ordenador o un móvil, no deja de ser una máquina por muy sinceras que sean las palabras que allí se escriben. Porque un “te quiero, amiga, no te preocupes que todo va a salir bien” no es igual escrito por whatsap que dicho con una mirada sincera y un abrazo.

Con la pandemia, nos hemos visto obligados a deshumanizarnos aún más, en España, y, sobre todo, en mi Andalucía, somos muy dados a abrazarnos, a besarnos y a expresarnos con esa familiaridad que acompaña a nuestro buen clima. Ahora, después de casi dos años de pandemia, nos hemos acostumbrado a controlar esa efusividad, pero muchas veces, con una simple mirada, sobran las palabras, sobra Whatsap, Facebook e Instagram.

Las redes sociales salvaron muchas vidas en la pandemia, nos pusieron en contacto continuo con nuestros seres queridos, y evitaron que nos volviésemos locos, así que tampoco demonicemos a las redes. Como siempre he dicho: “Con un cuchillo se puede cortar jamón o se puede matar”, las redes se pueden usar como lo que son, una distracción, pero jamás sustituirlas por la gente de tu entorno. ¿Tú qué opinas?

SHARE