La soberbia y nuestra fragilidad

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A veces nos sentimos tan privilegiados, especiales e incluso tan importantes porque tenemos un cargo, un empleo o una posición laboral o económica mejor que muchos, qué sí no poseemos la madurez, empatía, y un equilibrio sólido en las bases de nuestra humanidad, podemos caer en el enaltecimiento de nuestro propio ego iniciando un descenso lento pero inexorable por el camino del egoísmo, la soberbia, la falta de humildad y la injusticia.

Esto conlleva a comportarnos de manera altiva e insensible, a obrar en forma poco equitativa sin detenernos un instante a pensar y valorar las circunstancias, esfuerzo y sentimientos de los demás en su lucha diaria por alcanzar sus propias metas y sueños, que también son igual de valiosas e importantes que las nuestras.

Esos lapsus de falta de empatía y afecto por el prójimo causan fisuras, brechas, heridas y resentimientos en las relaciones con quienes interactuamos cotidianamente, sea en el trabajo, con los amigos, conocidos, o nuestra propia familia; Por lo tanto, No es sano perder la perspectiva, ni difuminar nuestra esencia en el paisaje sombrío de la soberbia, el orgullo o la altivez.  Hay que recordar que seguimos siendo seres expuestos al cambio constante, al fluctuar de la vida y sus circunstancias; que nuestra eternidad está limitada por el tiempo… Que somos fragilidad mortal ¡ante la majestuosidad del universo!

Rossi Er

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Colombia

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