Ere humano, eres mortal. Respice post te! Hominem te esse memento!

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Por Darío Nin

«Por eso su vida será semejante a un oscuro resbaladero: alguien los empujará, y ellos caerán en él. Cuando les llegue la hora de ser castigados, yo dejaré caer sobre ellos la calamidad. —Palabra del Señor- (J32: 12 RVC)

Desde la antigua Roma nos llega una lección que ha de guiar la vida de todo el que sale victorioso de una gran batalla.

Se nos cuenta, que cuando un general romano regresaba de una victoria, disfrutaba del “triunfo” que consistía en que el día de su victoria el general lucía una corona de laurel y la toga picta triunfal, púrpura y bordada en oro. En pocas palabras, humanamente glorioso.

La forma, la ropa vestida, su pose y su desafío, lo identificaba como casi monarca o incluso como alguien fuera de este mundo, algo divino o un semi dios o un dios mismo.

Este general victorioso desfilaba montado en un carro tirado por cuatro caballos por las calles de Roma con su ejército sin armas, los prisioneros y su botín de guerra.

Como se ve tan henchido de la falsa gloria, para que recordara quien era, se necesita que alguien destinado para eso le recordara contantemente: "eres humano, eres mortal, eres humano eres mortal" o sea la mos maiorum, para que el general se comportara con digna humildad , como un ciudadano mortal que triunfó en nombre del Senado, el pueblo y los dioses de Roma.

Cuando quien triunfa y sólo toma poses en público, pero el pichón de dictador y el complejo de semi dios va por dentro, es necesario que mande a callar los aplausos para escuchar el mos maiorom, el eres humano, el eres mortal, porque de lo contario como le está pasando precisamente a grandes funcionarios “Jerarcas” en el día de hoy, se hace verdad la sentencia del discurso de Monseñor Meriño (el padrecito) a Buena Ventura Baez. Cito: «Empero yo, que sólo debo hablarros el lenguaje franco de la verdad; que he sido como vos aleccionado en la escuela del infortunio, en la que se estudian con provecho las raras vicisitudes de la vida, nos prescindiré de deciros, que no os alucinéis por ello; que en pueblos como el nuestro, valiéndome de la expresión de un ilustre orador americano, 'Tan fácil es pasar del destierro al solio,

Quien tenga oídos para oir… Sé aplaudir los triunfos ajenos, no creo saber en realidad a que sabe la envidia o el odio y si algún sabor extraño experimento lo filtro por la palabra y el escrutinio de mi conciencia.

Le recalco finalmente que cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, tras él un siervo se encargaba de recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la soberbia y pretendiese, a la manera de un dios omnipotente , usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre.

A quienes te aplaudan no tienes que salir a buscarlos ellos llegan a ti atraídos por la miel del poder, ahora quien te critique en medio de “tu gloria” es una especie en extinción, si te tocó, por tu bien presérvalo, es el único que te advertirá de la cercanía del abismo.

¡Despierta, despierta! todavía estas a tiempo para tomar el autobús que te llevará a tu meta exitosa. Dios tiene reservadas más bendiciones para ti, pero antes te prueba, no confundas la forma con el fondo recuerda a la gestalt que conoces, integra el fondo con la forma, una con la otra para que tengas la percepción completa. Como decimos los abogados en los actos curiales, Estás advertido. Este es tu examen.

"¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre"

Hasta la próxima.

Dario Nin. Adjunto al Defensor del Pueblo de la RD

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