26 de junio 2021: y el cambio que no llega

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La conmemoración, este 26 de junio, del Día Internacional de Lucha contra las Drogas, de nuevo nos encuentra atrapados en la fracasada política ultraconservadora de principios del siglo pasado, y peor que las drogas a las que dice combatir. Las evidencias de este fracaso surgen a la vista de todos. El PNUD, en su más reciente informe regional para Latinoamérica y el Caribe, señala que la República Dominicana se encuentra en “una trampa del desarrollo”. Esta trampa incluye el problema de las drogas. El informe citado afirma que nuestro país sigue siendo parte importante de las rutas del tráfico internacional de drogas. Pero además, que hay “aumento de los niveles de corrupción y en la capacidad coercitiva de grupos criminales”. Esto debería ser un urgente llamado a reflexión a nuestras autoridades, que siguen teniendo la represión como buque insignia de una política absurda.

Con frecuencia autoridades de control dan cuenta de grandes decomisos. Pero estos no parecen tener mayor impacto, ni en el control del tráfico internacional, ni en la disponibilidad de sustancias para el negocio y consumo interno. Una muestra de esto es la confianza en la impunidad que tienen los que regentean puntos de drogas, que hasta se promueven en redes sociales. ¿Entonces, qué es lo que ha cambiado?

Estas políticas represivas, incongruentes, violatorias de derechos, por demás arrastrando el pesado lastre de la corrupción, convierten a las personas consumidoras en delincuentes, teniendo como instrumento la anacrónica ley 50-88. Esta ley que traza la política pública en materia de drogas, parece eterna, a pesar de los daños que está generando a nuestra sociedad, en especial a los jóvenes de comunidades vulnerables, que ponen los números de esta estrategia perversa. ¿Las nuevas autoridades ignoran esta realidad?

De nuevo el 26 de junio nos encuentra en un círculo vicioso sin fin aparente. Se ignoran las buenas prácticas de otras naciones, las recomendaciones de Naciones Unidas y otros foros internacionales. Las adicciones son un problema de salud, y lo justo es dar a las personas adictas un trato humano y compasivo, nos dicen. “La despenalización del consumo de drogas debe ser considerada en la base de cualquier estrategia de salud pública”, recomienda la OEA. Pero nada de esto parece hacer que el cambio llegue a la política nacional sobre drogas. ¿Por qué no podemos salir de esta trampa?

La mejor estrategia, se ha demostrado, es desarrollar políticas integrales, centradas en los derechos humanos, las juventudes, la niñez, las mujeres, y las comunidades. Solo enfocándonos en los seres humanos lograremos avances en materia de drogas. Las experiencias de naciones que han dado este giro a sus políticas ven como resultados que: disminuyen los consumos, las muertes por sobredosis, la violencia, y la delincuencia asociada a las drogas. ¿Qué nos impide hacer este cambio?

El uso del cannabis medicinal es otra perspectiva que se abre camino en sociedades que han decidido avanzar. Se evidencian resultados muy positivos en determinados problemas de salud. Pero en nuestro país seguimos viendo cannabis de espalda a la ciencia, con miradas del siglo pasado. Aunque desde la ONU recientemente han corregido ese sin sentido, reclasificando esta sustancia que anima a la investigación y a su uso con fines médicos. Pero en nuestro país no nos damos por enterados. ¿Acaso no es importante la salud de quienes necesitan estos tratamientos?

En este 26 de Junio, debería ser un punto de partida. El presidente Luis Abinader, el liderazgo partidario, y del congreso nacional, tienen la oportunidad de convocar a un gran debate nacional para trazar una nueva política de drogas basada en la ciencia, la salud, y los derechos. Otras naciones lo han hecho y ven sus resultados. O, ¿el cambio no va a llegar a la política sobre drogas en la República Dominicana?

Juan Raddamés de la Rosa Hidalgo.
Psicólogo,
Director Ejecutivo Casa Abierta.
Junio 2021.

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