Ellos creen que el pueblo es bruto

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Por: Néstor Estévez

Lo que está ocurriendo con la Ley 28-01, que crea una zona especial de desarrollo fronterizo, sirve para obtener importantes aprendizajes.

Recordemos que se trata de la ley que garantiza incentivos para que empresas y proyectos puedan establecerse y generar empleos, dinamizar la economía y reducir la pobreza en zonas deprimidas de las provincias Pedernales, Independencia, Elías Piña, Dajabón, Montecristi, Santiago Rodríguez y Bahoruco.

Para aprender de lo que está ocurriendo es muy útil repasar brevemente algunos aspectos que ayudan a poner en contexto y a organizar las lecciones. Aquí hay enseñanzas para ámbitos que incluyen la economía, la política, la empresa, la democracia y la vida en sentido general.

Ocurre que, como no es lo mismo enseñar que aprender, mucha gente no logra reparar en esas lecciones. Es que hay gente a quienes la escuela y hasta la propia universidad parecen haberle pasado por encima sin que se hayan dado cuenta.

Las artimañas en torno a una ley con la que se pretende avanzar con equilibrio, dan la impresión de que hay gente que ha olvidado enseñanzas tan básicas como aquella de la gallina de los huevos de oro.

Un “mérito” sí ha de serle reconocido a quienes han mantenido esa labor de ensañamiento frente a una Ley que tiene como “pecado” abrir oportunidades para que medio millón de personas logren mejorar sus condiciones de vida. Han sido “brillantes” en su capacidad para simular.

Después de su labor de encantamiento para que, como mansos corderitos, creyéramos en sus promesas de campaña, algunos “honorables” se destapan con conductas repudiables. Con ello dejan ver su convicción de que no creen en la democracia.

Aquella famosa canción de La Lupe describe casi a la perfección a quien, durante la campaña “pinta pajaritos en el aire”, pero desde la curul respalda un texto legal que limita el espacio de operación de las empresas que se acojan al régimen especial.

Es puro teatro cuando alguien ofrece representar los intereses de quien le vote y hasta de quien no le vote, pero luego se presta a reducir los incentivos que han atraído a inversionistas y generado oportunidades para siete provincias del país.

Necesita “vacuna” urgente, con buena dosis de vergüenza, quien alardea vocación democrática, pero luego se presta a ciertos “amarres” para que, en el Consejo de Coordinación, donde toman las decisiones para que la teoría llegue a su aplicación práctica, la zona “favorecida” quede en desventaja.

Esas y otras barbaridades están contenidas en el texto con el que la Cámara de Diputados pretende sustituir a la Ley 28-01. Pero no hay que ser especialista de la NASA para darse cuenta de que entre apoyar a medio millón de personas para que mejoren sus condiciones de vida o dejarlas abandonadas a su suerte, hay gente tan perversa que prefiere lo segundo.

A ellos no les ha importado la Constitución Dominicana, la Ley 1-12, sobre la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, ni el ODS 10, de la Organización de las Naciones Unidas. A esa gente solo le importa su dinero o el que pueda llegar a sus bolsillos, aunque ello implique “vender su alma al diablo”.

A ellos no les ha importado que las empresas modernas hayan descubierto un exitoso modelo para hacer negocios generando valor compartido, explotando esa zona en común entre el interés general y el interés particular.

A ellos no les ha importado que Abraham Lincoln advirtiera aquello de que “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Ellos demuestran estar convencidos de que el pueblo es bruto. Ellos solo ven sus beneficios particulares. Ellos no entienden de sostenibilidad. Ellos solo quieren lo suyo, y lo quieren ahora.

Pensándolo bien, ¿quiénes serán los brutos?

El autor es:  Periodista Reside en Santo Domingo.

 

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