Año nuevo

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Por: Claudia Figueroa

Reflexionando sobre estas fechas de fin de año, vienen a la memoria diferentes temas que se pueden tratar. O, mejor dicho, lecciones que podemos sacar en cuanto a lo histórico, sociológico, psicológico y educativo. Enfocaré estas lecciones en el año 2020, ya que fue un período que fue fuera de lo “normal,” llevándonos a todos a tomar conciencia del mundo en el que vivimos.

Parecerá que esto es catastrófico o tétrico. Pero nada más alejado de la verdad. Y quiero que veamos estos puntos que mencioné.

A nivel histórico, las fiestas de fin de año no se dieron durante el período del invierno, en el hemisferio norte, o en el verano en el Sur. La historia escrita muestra que esta festividad surgió en Mesopotamia, como se tiene registrado, – aunque cada pueblo y cultura lo conmemoraba de diferente manera – que se celebraba para el equinoccio de primavera, alrededor de los meses de marzo y abril. En estas fechas eran épocas de cosecha y siembra. Porque era el florecimiento y nacimiento de esta época del año, la primavera que representaba para ellos el surgimiento de la luz, por casi 2 mil años, hasta que, en el año 46 A. C. el emperador Julio César estableció el 1 de enero como el inicio del año donde se le dedicó la festividad al dios de la doble cara Jano. Y, más adelante, el Papa Gregorio XIII ratificó la fecha del 1 de enero como inicio del año.

Jano, que era representado por una cara joven que veía al pasado y una cara mayor o adulta que veía hacia el futuro. Él era el dios de las puertas, a él dedicaban las guerras de conquista, expansión y defensa del imperio. De allí viene el nombre del mes de enero. Mes dedicado al dios Jano.

Pero, a parte de este dato interesante en cuanto a lo histórico, no podemos negar que el deseo general en cada celebración es el mismo: paz, prosperidad, salud, amor. Son deseos loables. Pero, el 2020 ha sido un año bien peculiar. Completamente diferente, y con una enseñanza general para todos nosotros.

Durante la historia han ocurrido pestes y pandemias. Desde la peste de Justiniano en que mató al filósofo Pericles, la peste bubónica, la gripe española, citando las más graves durante la historia, hasta ahora que vivimos la pandemia del covid 19. El encierro, el uso de tapabocas, el lavarse constantemente las manos, el distanciamiento social, han sido el pan de cada día.

Algunos países sufrieron el embate de la enfermedad desde el principio del año; otros, ya fue pasado el tiempo. Muchos, tuvieron en muy poco tiempo, cantidades exorbitantes de contagiados y un número creciente de fallecidos, pero más recuperados que todo lo demás.

Pero, muy a pesar de ello, nos enseñó el valor de la vida, que el tiempo es oro como para desperdiciarlo en trivialidades; la unión familiar, la conquista de los sueños. Nos dejó, en un trago amargo, la lección que cada uno de nosotros, como humanidad, debemos aprender.

Feliz año nuevo, nos deseamos todos. La algarabía, los juegos y el desenfreno a la orden del día. Esperamos que el próximo año sea mejor que el anterior. Pero, nadie sabe lo que nos depara cada período que inicia. Depende de nosotros que cada año sea luminoso, próspero, en abundancia.

El 2020 nos dejó una mayor lección: recordarnos que no sabemos que tan fuertes somos hasta que ser fuerte es la única opción. El miedo no es una posibilidad ni remota para actuar, porque el miedo estanco.

Este nuevo año nos trae una oportunidad de seguir avanzando, creciendo y aprendiendo. Cada día trae su afán, sus retos y oportunidades. Cada quien enfrenta esas oportunidades y esos retos de acuerdo a sus experiencias, a su conocimiento y a sus fuerzas.

Feliz año nuevo, y que cada día sea cada vez mejor. Un libro de 365 hojas donde cada uno de nosotros escribe su historia, ¿Cómo será? Depende de lo que escribamos en ellas.

 

 

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