Retrospectiva

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‘’Todo es más divertido en retrospectiva, más divertido y más bonito y más fresco. Puedes reírte de cualquier cosa lo suficientemente lejos’’. Chuck Palahniuk

Por: Carlos Martinez Márquez

La fragancia del ‘’Drakkar’’ todavia la llevo registrada en mi mente, esencia que por demás elevaba en mi la vanidad de un mozalbete entusiasmado para la conquista, en tiempos de aquellas canciones ‘’sin tu cariño y Paula C’’ del gran Rubén Blades; no hubo manera de bajar los niveles de intensidad de aquella ilusión de verme reflejado en todo lo que entendía que era bueno. La década de los finales de los setenta era adolescencia de la buena, provista de bondad e ingenuidad, en la que no hubo espacio para desatinos impropios sin consecuencias e impunidad doméstica.

Me rio de mis propias ocurrencias e hilaridad desbordante, aquella vez cuando intentaba en vano calzar los ‘’Thom Mcan’’ que mi inolvidable tía Reyes nos trajo a Manuel [hoy notable y prolífico medico gastroenterólogo] y a mí, desde New York. A ninguno de ambos nos encajaba en los pies, por ser calzados de menor tamaños. Los recuerdos, tal cual vinieron en sus cajas, y hasta el olor característico a ‘’Rascacielos de Quinta avenida y Broadway’’. La magia de la horma no surtió el efecto deseado, en la que cuyo propósito, era estirar la medida a nuestro tamaño original. El sufrimiento de tanta molestia en los nudillos de los pies era intenso. A penas podíamos caminar pocos metros e inexorablemente—desistimos de usarlos. No hubo mayor remedio que cederlos a quien le sirviera.

La navidad de ocasión prometía ser bacana—de pronto surgió el animo de empacar y semanas antes emprendíamos una travesía que nos llevaría a la tierra mas noble del sur profundo— Las Matas de Farfán— el aroma a estiércol vacuno que identifica sus montes y carreteras… nos llevaría al epicentro de nuestros orígenes. La comunión en todo el pueblo era de orden, la visita al campo en donde surge mis orígenes, eran constantes. Allí, mis tíos y primos nos daban las mas cálidas bienvenida y con mucho afecto y abnegación expresaban su orgullo de que éramos un solo recipiente genético convertido en amor y humildad. El baño vespertino había que tomarlo muy temprano. La gélida temperatura era insoportable, y si meditábamos un tanto más de lo debido, el desistimiento al aseo pasaría desapercibido. Eso sí, que las fiestas nocturnas empezaban como si el mundo acabara al día siguiente.

Tan concurrido como siempre lo fue, el ‘’Bar de Neyda’’ [ pautaba la música del Conjunto Quisqueya] la pista en plena ebullición y las altas temperaturas en la pista y la ingesta de etílico hacia una combinación algo explosiva. El atractivo del local| abarrotado| era cuando sonaban los boleros, las palmas de las manos era imposible verlas en la oscuridad. Allí, el calor, pese al intenso frio, era fruto de la intensidad en los jóvenes que no perdían tiempo en confundirse en abrazos y sutiles caricias, era una especie de un ‘’2 x 1’’, no había que ir tan lejos para ‘’deponer las armas’’. El consenso entre dos era expresión democrática, para dirimir cualquier diferencia de aspecto romántico e idílico. Mi tía, Quica, (‘’cariñosamente’’)— así le llamábamos, por las mañanas, ya con la mesa preparada para el desayuno, servía la acostumbrada exquisitez de mantequilla artesanal, extraída de nata de leche y el legendario pan de la popular Panadería de ‘’Mosquito’’. Tía siempre preparaba la mantequilla, porque sabía que yo era fanático a su consumo.

Manuel José (bisiki), como lo bautice en su momento, de personalidad circunspecta y taciturno, humilde y aterrizado, es un personaje que observa con cautela la vida. Un sabio convertido a través del tiempo y que habla solo lo preciso. Esa es su naturaleza; cuando tenemos la oportunidad de juntarnos… empezamos a desempolvar aquellos recuerdos de la época y de nuestros viejos. Hoy, justamente, retrotraigo aquellos eventos con la que con tanto entusiasmo rememoro la versatilidad con que hemos trillado el camino sin contratiempo. Todo llega en su justo momento. Celebremos la vida a través de la navidad. Aprendamos a valorar las cosas simples. El aire limpio purifica nuestros pulmones y aclaran la mente.

El autor es articulista y escritor.

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