Por Fabio Mendoza Obando
Conocí a Ernesto en mi trabajo, llegaba con frecuencia ya que tenía vínculo sanguíneo con mis patrones, además laboraba cerca del lugar. De esas llegadas continuas dio como resultado el nacimiento de una buena amistad, parecía como si nos conocíamos desde hacía mucho tiempo. En ese mismo momento me dijo que desde que tiene uso de razón escribe poesía y que a sus veinticinco años lo sigue haciendo, ejercicio que le ha permitido preparar un borrador de aquellos poemas que considera que pueden ser publicados. Había veces que llegaba todos los días y me mostraba sus escritos en el celular. Poseía un arte para declamar único, deleitaba a las personas que lo escuchaban y alegraba el ambiente. Hacía que cualquiera se acercara a él para escuchar sus versos.
Mientras estudiaba en el colegio, me contó que participó en varios concursos de poesía que organizaban los profesores para celebrar el mes patrio y casi siempre los ganó, recibió múltiples elogios de poetas que laboraban en el centro de enseñanza de secundaria, algo que le ayudó mucho en el proceso de encontrar su propio estilo poético. Cuando cursó el último año de secundaria ganó un certamen nacional de poesía que un canal de televisión organizó para dar a conocer a las nuevas voces de este género.
Tenía una particularidad y era que siempre caminaba en el maletín un manojo de poemas impresos, y donde miraba que había gente aglomerada, como en los parques, los centros comerciales, las paradas de buses y las avenidas repletas de gente, recitaba sus poemas, en algunos casos hacía que la gente se detuviera a escucharlo, otros le pedían poemas. Quería que la poesía se escuchara y estuviera al alcance de todas las personas.
Compartíamos el deleite por la lectura de la literatura clásica. La poesía Centro Americana y sobre todo era gran admirador y estudioso del precursor del modernismo, el príncipe de las letras castellanas Rubén Darío. Sabía de memoria una considerable cantidad de poemas del bardo Nicaragüense. Me hablaba con perfecta maestría del poeta francés Charles Baudelaire y de uno de sus libros Las flores del mal. Me decía que era admirador número uno de Walt Whitman y que leía todas las noches poemas de su libro Canto a mí mismo.
El concepto de poesía para Ernesto va mucho más allá de frases compuestas en rima, o un listado de versos, reafirmaba que es una expresión del sentimiento y sensibilidad, una ventana al corazón del ser humano, un alimento del alma, una bocana de aire fresco al espíritu. Me hablaba que la poesía es también denuncia social y critica, además de una herramienta para generar una mejor sociedad, un eje de cambio social, para conocernos a nosotros mismos y a todos los que están a nuestro alrededor, algo que compartí plenamente.
Las conversaciones con mi amigo eran extensas y sin límite de horarios. Teníamos un plan de hacer recitales en los parques e invitar a poetas que no habían publicado un libro todavía, la propuesta encontró consenso mutuo. Cuando todo caminaba bien de forma inesperada un día llegó con un rollo de páginas tamaño carta en la mano izquierda, era lo que sería su primer libro. En un momento pensé que me los daría para que los leyera, pero no fue así. Los tiró con toda la fuerza y actitud iracunda al césped cercano, seguido de estas palabras: ´´renuncio a seguir escribiendo poesía, por eso vengo a tirar estos más de cien poemas por si los quieres salvar´´. Al terminar de exclamar aquellas sorprendentes palabras dio la vuelta y se fue. Aquella escena no la entendí, estaba confiado que era solo una broma, que había tenido un mal día u otra cosa. No podía creer que nunca más volvió a escribir un verso. En otra conversación me dijo que ya no nos refiriéramos al tema.
Desde entonces he reflexionado que cuando una persona nace con un talento es imposible desapegarse de él. ¿Por qué Ernesto tomó esa decisión? Nunca lo supe. Para la poetisa Mexicana Lilia Molina Fernández, este es un caso excepcional. : ´´se nace con el talento y limitarse a hacerlo parece imposible, aun sabiendo que la poesía te transporta a un mundo donde echas a volar la imaginación, y si alguien renuncia creo que la llama de la poesía sigue ahí pegada a ti, porque la poesía no es sólo escribirla sino que es expresar tus sentimientos y ese don que nació junto a ti será difícil ocultarlo´´. ¿Cómo apagar esa necesidad imperiosa de escribir poesía? Todos nacemos con diferentes talentos, y nuestra mayor fuerza debe ser cultivarlo y nunca renunciar a él.
Poeta Nicaragüense