Solidaridad y fe para prevenir patologías sociales del coronavirus

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Por Emilia Santos Frias

Si no nos cuidamos de nosotros mismos, de nuestras tentaciones; de sentimientos incorrectos, no podremos vencer la pandemia del coronavirus. Esta es la lectura que dio a las sugerencias emitidas esta semana, por el papa Francisco, y a las advertencias que nos, hace para no caer en patologías sociales, esas que hoy amenazan a la humanidad junto a la pandemia que nos arropa.

Sus palabras hacen también alusión a evitar el individualismo, que nos impide ser solidarios, servir y extender nuestras manos a las personas que actualmente son más vulnerables. Ser individualista, es tener una “visión distorsionada del mundo y de la vida”. Indica el sumo pontífice. Yo agrego reverenciando sus consejos, que debemos seguir emulando a Jesucristo, y descubrir su afirmación: “Hay más en dar que en recibir”.

Las sugerencias del pontífice máximo, nos hablan de derechos fundamentales, de vernos como somos: iguales en derechos, responsables de propiciar dignidad e igualdad entre nuestros semejantes, a quienes debemos colaborarles y ofrecer alivio.

El papa nos insta a “no mirar a los demás como objetos, que se usan y tiran”, sino, como queremos ser mirados, apunto yo, como queremos ser tratados. Porque no somos un bien de consumo; no vinimos al mundo a vivir en individualidad. Fuimos creados para ser sociables, por lo que, aun dentro del confinamiento por el COVID-19, tenemos medios y formas para fomentar amor, auxilio; reducir enfermedades sociales y ocurrencia de trastornos mentales en nuestros iguales. Eso nos hace ser llamados cristianos; personas de fe.

Seguimos ávidos de compromiso, amor humano y cristiano, y esto podemos asumirlo y ofrecerlo, incluso desde la distancia, asistiendo hasta con palabras de aliento, a quienes están enfermos por la pandemia, por desigualdades sociales, como la falta de techo, abrigo, alimentos; pobreza extrema, carencia en el acceso a salud…, mientras se gestiona la necesidad material.

El papa nos recordó a Juan Pablo II: el papa de la familia y de la juventud, cuando afirmó que los Derechos Humanos, constituyen “la piedra millar en el largo y difícil camino del género humano".

Seamos sensibles, tendamos nuestros brazos a quienes hoy están más necesitados. Dios compensará nuestro gesto, eso es seguro. Precisamos hoy y ahora, hacer gala de la fe que profesamos.

“Mejor ayuden siempre al pobre, y háganlo con alegría. Si lo hacen, les irá bien y Dios los bendecirá en todo lo que hagan. En este mundo siempre habrá gente pobre. Por eso les ordeno que sean generosos con la gente pobre y necesitada del país”, así nos dice Deuteronomio 15, versículos 10 y 11.

El papa Francisco nos reiteró en su alocución que los derechos humanos, no son solo individuales, sino también sociales. Por lo que, la persona en su dignidad individual, es un ser social, creado a imagen de un Dios uno y trino, es decir una unidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Entonces, como somos sociales, necesitamos vivir esa armonía social, pero cuando hay egoísmo, nuestra mirada no va hacia la comunidad, sino que vuelve hacia nosotros y esto destruye la armonía, dice el máximo pontífice. Por eso, amigos, amigas, mi exhortación es despojarnos de esas emociones y sentimientos malsanos, propios de personas tóxicas, esas llamadas también, vampiros emocionales. Abracemos los afectos y juntos aun en la distancia esparzamos auxilio. Es momento de fluir, de vivir en paz dentro, pero en comunidad.

Hasta la próxima entrega.

La autora reside en Santo Domingo, Rep. Dom.

Es educadora, periodista, abogada y locutora.

santosemili@gmail.com

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