Por Rolando Fernández
Para cualquier pensante medio, aunque el último proceso electoral dominicano, en medio de una peligrosa pandemia, Covid-19, corriendo un alto riesgo de afectación los votantes, se considere exitoso, por lo obtenido, en términos de lo esperado por la población: un cambio urgente de gobierno, y posiblemente, en muchas de las futuras ejecutorias estatales, es obvio que, no fue así, cuantitativamente hablando.
Según los últimos datos relativos ofrecidos por la Junta Central Electoral (JCE), y publicados por la prensa nuestra, más de un 45% de la gente con derecho a voto, inscrita en el padrón electoral correspondiente, se abstuvo de sufragar en los comicios últimos pasados, porcentaje que se tiene como el más alto en tal sentido, desde 1962, hasta ahora, lo cual en nada resulta halagüeño hoy.
Se está hablando del recogimiento de prácticamente casi la mitad de la ciudadanía apta para el voto, algo que debe llamar poderosamente a la reflexión, en el sentido del deterioro que viene presentando el sistema de partidos a nivel local, y la incredulidad del pueblo en esas instituciones; como, la desconfianza obvia en sus máximos representantes.
La decisión poblacional última, en cuanto a muchos no acudir a las urnas, ha sacado ahora del contexto politiquero nacional a algunos partidos, por los pequeños porcentajes de preferencia logrados durante el certamen; y, ha reducido, por supuesto, el abanico anterior existente de esas entidades, previo al evento comicial de referencia
Por otras circunstancias que se advierten, conexas a la significativa abstención registrada, se pude inferir que, un porcentaje importante de los que sufragaron en esta ocasión, no lo hizo por el PRM (Partido Revolucionario Moderno), propiamente; que se votó en realidad en procura de un cambio de gobierno, a partir de lo nuevo, más potable.
Cabe apuntar que, el PLD (Partido de la Liberación Dominicana) cansó a la gente aquí con las andanzas desaprensivas de muchos de sus miembros en el poder, y la población de jartó de esa entidad en el mando. ¡Se optó, en consecuencia, por pasarles el rolo a los morados, y se logró ampliamente!
No hay que ser muy ducho entonces en asuntos políticos-electorales, para deducir el propósito ciudadano que estuvo en la base del triunfo perremeista: cambiar la forma en que se ha venido gobernando la nación dominicana durante los últimos 20 años; las actuaciones impropias y burlescas de algunos mandatarios que se han estado sucediendo por lustros; y, acabar con el modelo de corrupción, e impunidad vigente en el país.
Otro, que se fortalezca, como debe ser, el maltrecho sistema de salud que opera en la República. Corregir los tropiezos, las deficiencias, y los negocios fehacientes que se verifican dentro del área, ¡ahora puesto todo eso en evidencia clara!, por los efectos incontrolables del Covid 19, que azota inmisericordemente a esta sociedad; y, que dictó el fin de las tapaderas y demagogias recurrentes, a que siempre recurren los políticos del patio.
Procurar en adición, el que se instaure una justicia independiente, al servicio de la sociedad nuestra, que dicte las sentencias carcelarias requeridas, por los desfalcos al Estado; y, en las que se incluya, además, el despojo de todos los recursos económicos mal habidos; como, los otros haberes individuales con que se haya saqueado a la República, por parte de muchos de los políticos de nuevo cuño que se gasta este país.
A determinadas cosas, entre las que se encuentran las señaladas más arriba, se comprometió el partido ganador -sus cabeceras- en las elecciones pasadas, durante los pronunciamientos de la campaña electoral ultima, quedando empeñadas sus palabras ante la sociedad, como se dice; por lo que hoy deben sentirse en la obligación de honrar las mismas.
Pues, de lo contrario, olvidándose de cuánto se ofreciera durante sus proselitismos recientes, cuyos deseos de obtención por parte de los dominicanos, estuvieron en la base de su triunfo, en las urnas, y con posterioridad la estadía en el poder, podría tambalearse, e irse a pique todo lo obtenido, con consecuencias “repercutorias” significativas, como de carácter impredecible para la nación.
Y, estarían sujetos los perremeistas a correr la misma suerte que el PLD, ser sacados del poder, aunque sin necesidad obligada de tener que esperarse el cumplimiento total del próximo cuatrienio gubernamental.
¡“Ojo al Cristo” !, que “el horno no está para galletitas” en Dominicana, como reza un dicho popular. Se necesitan las ejecutorias gubernamentales de orden, y oportunas por demás.
¡Qué cumplan los ganadores!, qué para eso se votó en su favor. Las excusas no eximen de nada.